La energía es un bien determinante en nuestra sociedad, actuando de motor del progreso y el bienestar, facilitando una mejor calidad de vida y el crecimiento económico mediante un incremento de la competitividad de las empresas.
El aumento de la población y de su calidad de vida ha significado un incremento del consumo energético global. Ahora hay más tecnología, lo que implica más avances técnicos que se traducen en la existencia de más maquinaria en las empresas con el fin de aumentar y mejorar la producción, mas dispositivos tecnológicos que incrementen nuestro bienestar personal, etc.
Este escenario ha implicado un encarecimiento del coste de la energía y la previsión de un incremento gradual y sostenido en los próximos años. Asimismo hay también un factor medioambiental negativo en esta tendencia.
Las empresas no pueden controlar los precios de la energía, las políticas del gobierno o la economía global, pero pueden mejorar la manera en que gestionan esta energía, mejorando la eficiencia energética de sus instalaciones y equipos.